jueves, 24 de julio de 2008

13: La Esencia de Satanás

Las Escrituras nos dicen que la rebelión llevada a cabo por Satanás con la cual intentó apoderarse del paraíso celestial terminó en un resonante fracaso de Satanás y sus aliados, simbolizado pictóricamente en el siguiente grabado en el que aparecen las fuerzas celestiales encabezadas por el Arcángel Miguel proclamando su triunfo:





Sin embargo, esta representación es una simbolización muy simplista llevada a cabo desde una perspectiva muy humana, ante nuestra ignorancia total acerca de cómo puedan estar constituídos seres que de hecho, en lo poco que sabemos, no habitan en cuerpos como los nuestros.

No nos es posible concebir cómo puedan haber combatido entre sí seres que no poseen cuerpos como los nuestros constituídos por átomos y moléculas, o inclusive cómo puedan comunicarse entre ellos (¿telepáticamente?) o verse los unos a los otros. Si tuviesen “cuerpos” como nuestros cuerpos materiales, una lucha entre dos ángeles podría resultar en el deceso de por lo menos uno de ellos, y de lo poco que sabemos es que no parece haber habido “muertos” en la lucha que tuvo lugar en el universo espiritual cuando ocurrió la rebelión encabezada por Satanás; si los hubo las Escrituras no nos dicen nada acerca de ello. La imagen tradicional que se tiene de los ángeles es algo así como "seres de luz", aunque este concepto a fin de cuentas está basado también en una noción propia a nuestro universo físico ya que la luz es una forma de energía constituída por partículas conocidas como fotones y es equivalente a lo que definimos como “masa”, una equivalencia simbolizada mediante la famosa fórmula relativística de Einstein E.=.mc².

Más difícil aún nos resulta nos resulta tratar de imaginarnos de qué puedan estar hechos (de qué esencia puedan estar formados) seres espirituales como Satanás, acostumbrados como estamos únicamente a lo que podamos captar con nuestros cinco sentidos. Nuestra lógica nos sugiere que, si existen, deben estar constituídos por “algo”, aunque ese “algo” nos sea completamente desconocido, ya que si no están constituídos absolutamente de “nada” entonces no pueden “existir”; al menos eso es lo que suponemos. Lo más familiar que tenemos a lo que pueda constituír la naturaleza de los ángeles es lo que en casi todas las religiones se conoce como el “alma” que habita en cada uno de nosotros, indetectable por nuestros cinco sentidos, nuestro ser esencial de naturaleza netamente espiritual que sobrevive a la muerte y que no está sujeta a las leyes del universo físico. Pero inclusive este concepto es un postulado que debe ser aceptado como un acto de fé porque no contamos con instrumentos científicos que nos permitan verificar su existencia.

Satanás, por lo poco que sabemos de él, es inmortal o tiene una vida tan larga que puede ser considerado inmortal. Ciertamente, es un ser muy “viejo” (en años acumulados de vida, no en desgaste). No parece depender de órganos vitales como los que requerimos nosotros sin los cuales nuestra muerte corporal puede llegar en cuestión de minutos o segundos, ni parece temerle a la muerte por lo mismo. Su esencia parece ser una unidad indivisible, al igual que la del resto de los ángeles. Esto significa que no podemos hablar de algo equivalente a la Biología en lo que se refiere a seres que habitan en el universo espiritual, al menos no la Biología a la que estamos acostumbrados. Un ser constituído al menos por dos partes divisibles entre sí en principio puede ser separado en sus dos constituyentes “fundamentales”, lo cual lo volvería propenso a su destrucción, y tanto los ángeles y los demonios parecen ser indestructibles. Sin embargo, siendo Satanás un ser pensante con volición propia, es un procesador de información al igual que nosotros. Como nosotros, forja planes, tiene metas, modifica sus acciones según se requiera, e inclusive es propenso a varios de nuestros defectos humanos tales como la ambición desmedida y la vanidad, los motivos de su caída. En realidad, a diferencia del “substrato” básico del cual está hecho que lo vuelve inmune a la muerte, no es tan diferente de nosotros. Si pudiera materializarse como humano en un cuerpo físico como el nuestro, tal vez hasta se sentiría en casa, aunque esa materialización le llegaría al costo de quedar confinado y aprisionado (al igual que nosotros) en un espacio muy reducido de materia sin poder trasladarse de un lado a otro como está acostumbrado a hacerlo, un costo que Satanás puede considerar sumamente elevado.

Si existe Satanás, si existen los ángeles, al hablar acerca de ellos tenemos que enfrentar la realidad de que todo este tiempo hemos estado hablando acerca de algo de lo que no sabemos absolutamente nada de lo que estamos hablando. Esto es parecido a lo que alguna vez nos dijera el famoso logista inglés Bertrand Russell en su libro Mysticism and Logic: “Las matemáticas puras consisten enteramente en afirmaciones al efecto de que si tal y tal proposición sobre determinada cosa son ciertas, también lo han de ser de esa misma cosa, otras y tales proposiciones. Es esencial no discutir si la primera proposición (conocida formalmente como un axioma dentro de la lógica matemática) era en verdad cierta, y no especificar cuál es la cosa de la cual se supone que sea cierta... Por tanto, se pueden definir las Matemáticas diciendo que son una materia en la que nunca conocemos lo que estamos tratando ni si lo que decimos es verdad”.

El que no podamos concebir la naturaleza de Satanás y los ángeles no debe ser algo que nos cause inquietud o incomodidad. Después de todo, existen muchas otras cosas a las que estamos acostumbrados que no ocupan un lugar en el espacio y a las cuales no podemos “ver” ni “tocar”, pero que sin embargo nos son completamente reales. El amor y el odio son prueba de ello, los cuales no son cosas materiales y sin embargo nos son tan reales que nadie pondrá en tela de duda la realidad de los mismos. El estado de ánimo de una persona no es algo que se pueda medir con un instrumento, y sin embargo cualquier médico conoce la importancia del mismo ya que en casos excepcionales es algo que puede llevar a una persona a la tumba. La creatividad tampoco es algo que se pueda producir a voluntad en una fábrica de producción en serie, pero también es completamente real como pueden atestiguarlo cualquier oficina de patentes o cualquier galería de arte. Y ésta última facultad es algo que se supone como intrínseco del alma, la cual nos manifiesta indirectamente su existencia a través de sus efectos que a veces son sorprendentes.

Ni todo lo que brilla es oro, ni aquello que no podamos “tocar” o “ver” deja por ello de tener un brillo propio. No todo lo que no se pueda manifestar directamente ante nuestros sentidos deja por ello de tener una realidad tan real como la piel que podemos pellizcar con nuestras úñas para comprobarnos a nosotros mismos que no estamos soñando.