jueves, 24 de julio de 2008

6: Un Demonio Para Cada Quien

El que Satanás no haya caído solo, tiene una consecuencia inesperada e importante. La tradición Católica supone que a cada ser humano al nacer le es asignado un ángel, conocido como el Ángel de la Guarda, sobre el cual hay una oración que es la primera que aprenden muchos niños:

Ángel de la Guarda,
mi dulce compañía,
no me desampares,
ni de noche ni de día,
hasta que descanse en los brazos,
de Jesús, José y María.



Suponiendo que el espíritu conocido como Satanás carece del don de la ubicuidad (la capacidad para poder estar presente en varios o inclusive muchos lugares al mismo tiempo), si Satanás hubiera caído solo, se las vería con muchas dificultades para poder estar tentando al mismo tiempo a una cantidad creciente de seres humanos que se va acercando ya a los siete mil millones en el año 2008. No se daría abasto. Pero no cayó solo. Cayeron con él la tercera parte de los ángeles del Cielo. Esto le permite repartir su infernal tarea entre sus numerosos ayudantes dejándolo libre para cosas más importantes. Esto le permite asignar un demonio a cada ser humano que nace y que actuará como contrapeso al Ángel de la Guarda de cada persona. Esto significa que cada persona debe tener todo el tiempo a su lado desde que nace no sólo a su Ángel de la Guarda sino a su propio demonio personal:




Esto significa que cada persona a su manera actuará como el campo de batalla de una lucha que se está llevando a cabo todo el tiempo en otro plano existencial, una lucha en la que el premio que está siendo disputado es el alma de la persona. Al morir esa persona y decidirse su destino final, los soldados “espirituales” de cada bando serían reasignados a otra persona para continuar la batalla en un nuevo frente, una y otra vez.

Así, los casos de posesiones satánicas vendrían siendo más bien casos de posesiones demoníacas. El General de los ejércitos, destacado en la Biblia por su enorme orgullo y soberbia, difícilmente se rebajaría a estar llevando a cabo él mismo las tentaciones constantes de un humano común y corriente que puede llevar a cabo cualquiera de sus soldados a menos de que se trate de alguien muy importante o que se trate de un alma pura prácticamente libre de pecado (se presume que ésto último ejerce una atracción o mejor dicho una tentación casi irresistible sobre Satanás; ¿no resulta irónico?).

Es frecuente escuchar en muchos creyentes desilusionados sus dudas sobre la existencia del Ángel de la Guarda, el cual si existe a veces parece no estar haciendo absolutamente nada para ayudar a la persona que tiene bajo su protección y custodia espiritual. Si admitimos la presencia en cada persona no sólo de un Ángel de la Guarda sino también de un demonio maquinando en contra de dicha persona a tiempo completo, esto explicaría el por qué cada Ángel de la Guarda parece tener muy poco tiempo para dedicárselo a la persona bajo su cuidado: ya tiene sus manos llenas y está bastante ocupado tratando de mantener a raya a su contraparte. Estando las cosas tan mal como ya están en este mundo, cabría esperar que estarían mil veces peor si cada persona no tuviese además un Ángel de la Guarda actuando como contrapeso para el demonio que la sigue a todos lados todo el tiempo, máxime que cada uno de esos demonios le tiene que estar rindiendo cuentas a un General cuya cólera cada vez que le falle uno de sus demonios debe ser monumental.