Angela Dodson: Yo no creo en el diablo.
John Constantine: Pues debería, porque él cree en usted.
(De la película CONSTANTINE, 2005)
John Constantine: Pues debería, porque él cree en usted.
(De la película CONSTANTINE, 2005)
Guiados quizá por la curiosidad, guiados quizá por el ánimo de aumentar nuestros conocimientos, o guiados quizá por una mera casualidad del destino hasta estos trabajos, retomando las preguntas que nos habíamos formulado en el Prólogo queremos obtener algunas respuestas concretas a preguntas como las siguientes: ¿de dónde salieron todos los relatos acerca de la rebelión de ese ser llamado Satanás en contra Dios, de la caída de dicho ser, de la forma en que ejerce su poder terrenal, de todo lo que se dice y afirma sobre él?
Algunas de las respuestas a estas preguntas en realidad aparecen en la Biblia, considerada como la palabra de Dios revelada a través los siglos por sus profetas, la cual nos proporciona varios datos acerca del tema de Satanás, aunque es necesario recopilar fragmentos dispersos aquí y allá puestos en la Biblia por diversas fuentes, y hay que saber buscar y encontrar tales datos dentro de la misma.
Uno de los profetas prominentes del Antiguo Testamento es Ezequiel. Lo poco que hoy se sabe de Ezequiel es que era hijo de una familia sacerdotal de Jerusalén y que fue deportado el año 597 A.C. cuando era muy joven. Probablemente nunca ejerció su sacerdocio. Vivió en una aldea llamada Tel-Abib (nombre judío utilizado en tiempos modernos para designar a la que fuera la primera capital del estado de Israel, Tel Aviv), no lejos de Babilonia. Su vocación se manifestó en el año 593 a.C. y sus últimas apariciones son del 571 a.C. Se le describe como un hombre culto que estuvo al corriente de cuanto sucedía en su mundo. Creativo y visual, su fantasía es desbordante. Su lenguaje está repleto de metáforas, símbolos, parábolas y alegorías.
En el libro del profeta Ezequiel aparece una descripción interesante que aunque no menciona a Satanás de nombre, describe a un personaje que simple y sencillamente no puede ser otro que el mismo Satanás (en las citas tomadas de la Biblia se utilizará la Biblia católica publicada online que se puede consultar en la siguiente dirección: http://es.catholic.net/biblia/ ).
A partir del capítulo 28, el narrativo dado por Ezequiel hace mención a un “rey de Tiro”. Por la descripción que se dá de él, no parece tratarse de algún ser humano que haya gobernado en alguna región de la Galilea o de Palestina o de las regiones circundantes como lo que hoy son Siria, Egipto, Irak, o los países árabes circunvecinos.
Esto es lo que aparece en el Libro de Ezequiel acerca del rey de Tiro:
Contra el rey de Tiro
28 1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así habla el Señor:
Tu corazón se llenó de arrogancia y dijiste: “Yo soy un dios;
estoy sentado en un trono divino, en el corazón de los mares”.
¡Tú, que eres un hombre y no un dios, te has considerado igual a un dios!
3 Sí, eres más sabio que Daniel: ningún secreto te supera.
4 Con tu sabiduría y tu inteligencia, te has hecho una fortuna, acumulaste oro y plata en tus tesoros.
5 Por tu gran habilidad para el comercio fuiste acrecentando tu fortuna,
y tu corazón se llenó de arrogancia a causa de tantas riquezas.
6 Por eso, así habla el Señor:
Porque te has considerado igual a un dios,
7 yo traigo contra ti gente extranjera,las más feroces de las naciones:
ellos desenvainarán la espada contra tu bella sabiduría, y profanarán tu esplendor.
8 Te precipitarán en la Fosa y morirás de muerte violenta en el corazón de los mares.
9 ¿Te atreverás a decir: “Yo soy un dios”, delante de tus verdugos?
Serás un hombre, no un dios, en manos de los que te traspasen.
10 Tendrás la muerte de los incircuncisos, en manos de extranjeros,
porque yo he hablado –oráculo del Señor–.
Lamentación sobre el rey de Tiro
11 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
12 Hijo de hombre, entona una lamentación sobre el rey de Tiro. Tú le dirás: Así habla el Señor:
Eras un modelo de perfección, lleno de sabiduria y de acabada hermosura.
13 Estabas en el Edén, el Jardín de Dios,
recubierto de piedras preciosas
de todas las especies: sardo, malaquita y diamante, crisólito, ónix y jaspe,
zafiro, topacio y esmeralda.
Llevabas adornos labrados en oro y encajes preparados para ti el día en que fuiste creado.
14 Yo había hecho de ti un querubín protector, con sus alas desplegadas;
estabas en la montaña santa de Dios y te paseabas entre piedras de fuego.
15 Eras irreprochable en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció tu iniquidad:
16 a fuerza de tanto traficar,
tu interior se llenó de violencia y caíste en el pecado.
Por eso yo te expulso como algo profanado lejos de la montaña de Dios;
te hago desaparecer, querubín protector, de entre las piedras de fuego.
17 Tu corazón se llenó de arrogancia a causa de tu hermosura;
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor.
Pero yo te arrojé por tierra y te expuse como espectáculo delante de los reyes.
18 Con tus numerosas culpas, con tu comercio venal, profanaste tus santuarios.
Pero yo hago brotar de ti mismo
el fuego que te devora.
Te reduciré a ceniza sobre el suelo delante de todos los que te miran.
19 Todos los pueblos que te conocen están consternados por ti;
te has convertido en un motivo
de espanto y no existirás nunca más.
Esta descripción nos habla de un ser que en un momento dado se consideró a sí mismo como un dios, un ser más sabio que el profeta Daniel y al que ningún secreto lo supera, un ser que era un modelo de perfección, lleno de sabiduria y de acabada hermosura:
un ser que estaba en el Edén, el jardín de Dios, un ser que había sido hecho un querubín protector con sus alas desplegadas y que estaba en la montaña santa de Dios y se paseaba entre piedras de fuego, un ser que era irreprochable en sus caminos desde el día en que había sido creado hasta que apareció en él la iniquidad y cuyo interior se llenó de violencia cayendo en el pecado, un ser cuyo corazón se llenó de arrogancia a causa de su hermosura y que corrompió su sabiduría a causa de su propio esplendor y que terminó expulsado:
como algo profanado lejos de la montaña de Dios, un ser que terminó convertido en un motivo de espanto:
El único ser que se ajusta a esta descripción sólo puede ser aquél que en otros fragmentos de la Biblia se le describe como Satanás. Es el único que encaja en todo lo que hoy se conoce sobre Satanás, y estos pasajes escritos por Ezequiel relatan lo que se sabe sobre el origen y la caída de Satanás. De modo muy específico se señala que este ser estaba en la montaña santa de Dios, lo cual se puede interpretar como el paraíso celestial, y que fue creado lleno de perfección y sabiduría. En las tradiciones orales del pueblo judío, Satanás antes de su caída no era un ángel como cualquier otro, era muy posiblemente un arcángel situado a la misma altura que el arcángel Miguel y posiblemente estaba por encima de éste. De hecho, muchos exégetas (interpretadores de la Biblia y de las tradiciones orales del pueblo judío), aunque no todos, lo identifican como el ángel favorito de Dios. Pero de acuerdo con la tradición, su gran sabiduría y perfección no fueron suficientes para protegerlo de su propia soberbia, y llegó el momento en el que quiso apoderarse del reino celestial considerándose a sí mismo como un dios. Si hemos de dar crédito a esto, en un principio, en otro plano situado más allá de nuestros sentidos físicos, había un ángel que en cierto momento se rebeló para apoderarse de algo que no era suyo, y que al hacerlo lo hizo de su libre y propia voluntad, sin que nadie lo obligara a incurrir en tal acto, sin que nadie lo tentara para llevar a cabo su rebelión. Siendo así, debemos concluír que Satanás desde el momento en el que fue creado tuvo en sus manos cierta capacidad de libre albedrío, cierta capacidad para escoger libremente lo que quería hacer, una capacidad semejante a la que tienen los hombres que habitan en el planeta Tierra.
Esto último nos lleva a un dilema: ¿Que acaso Dios, siendo un ser omnisciente, con el conocimiento supremo de todo lo habido y por haber, no pudo haber previsto el acto de rebelión en el que incurrió este ángel que por los tantos dones que se le dieron debió ciertamente haber sido uno de sus ángeles favoritos? Una posible respuesta a este dilema la tenemos que ver en nosotros mismos, en el padre que desde el momento en que ve a uno de sus hijos recién nacido sabe de antemano los errores y equivocaciones en los que su hijo podrá incurrir, que sabe que en algún momento podrá errar el camino escogiendo el camino del Mal. Esta posibilidad sin embargo no lo detiene en ejercer su deseo de ser padre. Él quiere lo mejor para sus hijos, y si es buen padre tratará de darles la mejor educación posible evitando convertirse en un tirano de tiempo completo para ellos que pueda estar controlando todos y cada uno de sus actos. Les dará libre albedrío. Pero al darles libre albedrío, siempre existe la posibilidad de que en cualquier momento cualquiera de ellos hará mal uso de su libre albedrío, hará mal uso de su libertad, predisponiéndose para tomar el camino equivocado. Y si tal fatalidad llega a ocurrir, ciertamente para el padre esto será una enorme decepción, una enorme desilusión que sólo podría haberse evitado privando al hijo errado de todo vestigio de libre albedrío e inclusive de su capacidad de razonamiento para poder tomar por voluntad propia del camino del Bien y el camino de Mal, o en último caso, rechazando por completo la posibilidad de tener hijos. Ningún ser humano ansioso por tener hijos ejerciendo su capacidad creadora para ello se negará a sí mismo la posibilidad de tener hijos aún bajo estos riesgos que ya conoce de sobra, ya que las satisfacciones que puede derivar de su paternidad pueden hacer justificable el tomar tales riesgos. De cualquier forma, el que un hijo decida en algún momento de su vida tomar el camino del Mal apartándose del Padre no deja ni dejará de ser una enorme decepción que ocasionará una enorme tristeza y un gran dolor en el Padre que ve a su hijo caer y envilecerse a tal grado que no le quedará más remedio que expulsarlo de su casa.